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CERMI.ES semanal el periódico de la discapacidad.

viernes, 26 de febrero de 2021cermi.es semanal Nº 426

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"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"

Entrevista

Isabel Martínez Lozano, autora de la tesis "La institucionalidad de las políticas de igualdad en España: El camino de la igualdad real y efectiva en el siglo XXI”

“Las políticas de igualdad están encaminadas a construir sociedades con mayor justicia social y nos permiten ser más felices”

26/02/2021

Blanca Abella

Tras cinco años de investigación a través de un siglo de historia, la tesis de la doctora Isabel Martínez Lozano señala, entre otras cuestiones, que los ámbitos profesionales que las mujeres conquistan de manera masiva se feminizan, lo que provoca una bajada en los niveles salariales y una pérdida de reconocimiento social de los empleos, mientras, los hombres van transitando hacia espacios de mayor remuneración, reconocimiento social e innovadores. Por eso, asegura en esta entrevista, “el reto en este siglo es conseguir la igualdad real y efectiva, porque la legal ya está conseguida desde hace tiempo y porque vivir en igualdad genera mayor felicidad”.

Isabel Martínez Lozano, autora de la tesis "La institucionalidad de las políticas de igualdad en España: El camino de la igualdad real y efectiva en el siglo XXI”¿Por qué esta tesis?
 
En los últimos años y sobre todo desde la creación del primer Ministerio de Igualdad surgieron muchas voces críticas con estas políticas,  provenientes de los sectores más reaccionarios de la sociedad. Todo el ruido generado en torno a la igualdad de género escondía, sin embargo, un desconocimiento de la tradición del feminismo como pensamiento político y de unas políticas públicas que tienen más de un siglo de historia y gracias a las cuales hemos construido sociedades democráticas avanzadas. Parecía como si el ministerio de igualdad hubiera sido una ocurrencia puntual. Por eso consideraba importante construir un relato con perspectiva histórica, que permitiera conocer el cuándo, cómo y porqué de las políticas de igualdad de género y sobre todo la importancia y el impacto que han tenido en el bienestar social en España y en el mundo. Es lo que me motivó a ponerme manos a la obra y lo que me ha permitido además aportar toda mi experiencia y conocimientos como feminista y como gestora de estas políticas en algunas etapas de mi vida profesional y política.
 
Acota la tesis al siglo XXI, aunque hay referencias fundamentales al siglo XX, ¿cuáles serían los grandes hitos en el camino de la igualdad?
 
La primera mitad del siglo XX fue el periodo donde las mujeres reivindicaron y fueron conquistando derechos en el mundo y en España, el principal fue el derecho al voto. La segunda mitad fue la etapa donde los Estados asumieron como responsabilidad favorecer la igualdad jurídica de las mujeres y acabar con la discriminación. Todo ello a través de políticas públicas promovidas desde los gobiernos. Esta estrategia fue fruto del consenso de la Comunidad Internacional, en el marco de la recién creada Organización de Naciones Unidas. Fue determinante en 1946 la creación por Naciones Unidas de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW). Este órgano se creó para responsabilizar e instar a los Estados a promover la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en el mundo, y resolver los problemas relacionados con sus derechos políticos, económicos y sociales. Posteriormente, en 1979, se celebró la Convención sobre los Derechos Políticos de la Mujer, conocida como la Cedaw, un tratado internacional que ha sido decisivo para que todos los Estados del mundo se pusieran a trabajar contra la discriminación de género. Posteriormente, el hito más importante en el diseño de nuevas estrategias fue la Declaración de Acción de Beijing, aprobada en 1995. En nuestro país los hitos más transcendentales para el avance de la igualdad entre hombres y mujeres han sido la creación del Instituto de la Mujer en 1983 y en 2008 la creación del Ministerio de Igualdad. Lamentablemente en España, después de conseguir el derecho al voto en 1931, las españolas vieron frenadas sus oportunidades de avanzar por el camino de la igualdad tras la guerra civil y la dictadura franquista, que relegó a las mujeres al papel de “ángeles del hogar”.
 
En su planteamiento sobre 'El camino de la igualdad real y efectiva en el siglo XXI’, ¿hay un deseo o quizás un pronóstico? 
 
El reto que tenemos en este siglo precisamente es conseguir la igualdad real y efectiva. La legal ya está conseguida desde hace tiempo y aunque siempre hay reformas que plantear porque la sociedad cambia muy rápidamente y se abren nuevas brechas de desigualdad, lo importante es que la igualdad pase de ser un reconocimiento legal a una realidad cotidiana para todas las mujeres. Que podamos crecer y vivir en una sociedad que no nos discriminen y  nos otorgue tareas diferentes por ser mujeres en la familia y las relaciones de pareja, en las responsabilidades domésticas y del cuidado, en el empleo o en la participación social y política. Una sociedad que nos permita conquistar en definitiva nuestras aspiraciones personales y profesionales sin sesgos de género. Pocas mujeres pueden decir hoy conscientemente que no han tenido una responsabilidad o un trato diferente en alguno de estos ámbitos, por ser mujeres.
 
¿En qué punto del camino de la igualdad de género nos encontramos?
 
España es el país de Europa que más ha avanzado en menos tiempo. A pesar de que llegamos tarde en la mayoría de las conquistas del feminismo en el siglo XX, hoy estamos por delante de muchos países en muchos indicadores de igualdad. Concretamente España ocupa hoy el 8 lugar del mundo en igualdad, según el índice de brecha de género del Foro Económico Mundial. A pesar de eso, estamos muy lejos de poder considerarnos una sociedad igualitaria. Durante estas primeras décadas de siglo, podemos decir que la evolución ha sido importante, aunque desigual. A esta situación ha contribuido el movimiento feminista, la academia y, sobre todo, ha sido determinante el impacto positivo de las políticas públicas de igualdad, impulsadas por el feminismo institucional o la acción de lo que algunas académicas han definido, con un cierto menosprecio como «femócratas». También ha sido determinantes las recomendaciones y mecanismos de la ONU y los programas europeos que han dedicado también recursos importantes para las políticas de igualdad. Hemos evolucionado hacia una igualdad que se hace más real y efectiva en la medida en la que las mujeres tienen alta cualificación, salarios importantes y capacidad de elección. 
 
Frente a esos mayores niveles de igualdad en las clases medias y altas, existe un creciente grupo de mujeres, a las que se unen otros factores de discriminación como la discapacidad, la procedencia, la edad y otras circunstancias sociales y culturales, cuyas opciones de vida en igualdad están mermadas. A ello se une la precarización laboral que la crisis del 2008 ha originado en las generaciones de mujeres más jóvenes, y lo que la socióloga Mª Ángeles Durán ha denominado «cuidatoriado», una clase social emergente formada mayoritariamente por mujeres (90 %) con pocos derechos y escasa capacidad de reivindicación y que son las responsables del cuidado de las personas dependientes. El cuidado consume tiempo que es incompatible con la generación de rentas y, por ello, las familias que pueden lo externalizan. Resolver los desafíos del cuidado en una población que envejece y con necesidades crecientes de atención es uno de los retos más importantes de este siglo.
 
Y en esta lucha por la igualdad, ¿qué está pasando en el empleo?
 
Si nos fijamos globalmente en un ámbito tan importante como el empleo, por ejemplo, encontramos que el empleo femenino sigue siendo mayoritariamente temporal y hay una altísima tasa de entrada y salida al mercado laboral, muchas veces con motivo de la maternidad. La penalización de la maternidad sigue siendo evidente, y esta realidad cambia muy lentamente y está relacionada con la modificación de roles y la muy lenta implicación de los hombres en las responsabilidades del cuidado y domésticas. Es en este ámbito donde menos hemos avanzado en las últimas décadas. La tendencia sigue siendo que los hombres ocupan antes los sectores mejor remunerados y con mayor incidencia económica y social. En las dos últimas décadas está ocurriendo con el sector tecnológico, un sector donde las mujeres se encuentran infrarepresentadas.
 
El siglo XX ha permitido a las mujeres conseguir la igualdad en el espacio público, pero nos ha dejado la evidencia de que las únicas mujeres con capacidad de alcanzar una igualdad real y tener los mismos salarios que los hombres, todavía son sólo aquellas que viven solas, sin pareja y sin hijos. Aunque en Europa y en España hay más mujeres que hombres con titulación universitaria, las mujeres no ocupan las profesiones de mayor nivel retributivo y en cambio son mayoría en los empleos peor remunerados. También es una realidad analizada suficientemente que existen sectores feminizados y masculinizados y que cuando las mujeres conquistan de manera masiva ámbitos profesionales concretos y éstos se feminizan, los niveles salariales bajan y los empleos pierden progresivamente reconocimiento social. Sucedió en primer lugar con la educación, más tarde en el ámbito profesional de la sanidad, y empieza a ser un fenómeno percibido ahora en el sector de la justicia y la abogacía. Mientras tanto, los hombres van transitando hacia espacios de mayor remuneración, reconocimiento social e innovadores, como es en este momento el ámbito tecnológico y digital. Podemos decir que el camino ha dado muchos frutos, pero está lleno de claroscuros y de etapas de avances y retrocesos, como se puso de manifiesto con la crisis del 2008.
 
¿Cuáles han sido las políticas de igualdad que más han favorecido ese camino en España?        
                                                                     
En las primeras décadas del siglo XXI han sido determinantes leyes muy innovadoras a nivel europeo como la ley de igualdad del año 2007 y la ley integral contra la violencia de género del año 2004, que han permitido un nuevo diseño de políticas públicas basadas en el mainstreaming o transversalidad de género. Por eso, por ejemplo, se ha avanzando mucho en el ámbito de la paridad y hoy estamos entre los cinco países del mundo con más mujeres en el poder político. Pero también se ha avanzado mucho en el ámbito educativo, en políticas de protección y asistencia a las víctimas de violencia de género, en políticas antidiscriminatorias en el ámbito laboral como los planes de igualdad en las empresas, y en medidas de corresponsabilidad con los nuevos permisos de paternidad, aunque en este ámbito junto con el empleo quedan muchas brechas por corregir y por tanto muchas acciones que desplegar para avanzar más decididamente.
 
¿Por qué son importantes las políticas de igualdad?
 
Porque están encaminadas a construir sociedades con mayor justicia social y que nos permitan también ser más felices. Vivir en igualdad genera mayor felicidad en la medida en la que todos y todas tenemos mayores oportunidades de vivir dignamente y sin jerarquías entre hombres y mujeres, lo analizan algunos científicos sociales. Pero además en el último informe global de 2019 del Índice de Instituciones Sociales e Igualdad de Género, la OCDE calcula que la discriminación por razón de género ocasiona unas pérdidas de ingresos a nivel mundial de 6 billones de dólares, equivalente al 7,5 % del PIB mundial. También reconoce que la persistencia de los estereotipos y sesgos de género en la elaboración de políticas públicas y presupuestarias impide el avance de las economías desarrolladas y advierte del impacto negativo de las nuevas brechas digitales. Este escenario debería completarse con la otra cara de la productividad y la eficiencia económica, es decir el despilfarro de capital que supone no tener en cuenta la capacidad de los hombres como cuidadores de sus entornos familiares. 
 
Las políticas de igualdad no son políticas de mujeres o para mujeres, son políticas dirigidas a mujeres y hombres para conseguir sociedades donde hombres y mujeres tengan los mismos derechos y oportunidades.
 
¿Cuál es en su opinión la agenda del feminismo para el siglo XXI?   
 
Creo que es importante que las mujeres estén presentes en las soluciones y en los asuntos de la nueva agenda política. En la sociedad postcrisis, que afronta nuevas dificultades como las pandemias sanitarias, o las consecuencias del deterioro medioambiental y el cambio climático, han irrumpido nuevos problemas para las mujeres como la brecha tecnológica, y persisten otros como las violencias sexistas y nuevas formas de explotación sexual o la precarización en el mercado laboral. Priorizaría cuatro temas en la agenda:
  • 1) La violencia de género que continúa siendo uno de los graves problemas que sufren las mujeres. No hay ningún otro grupo social que soporte tanta violencia estructural por su circunstancia o rol dentro de una organización social (violencia doméstica, agresiones sexuales, vientres de alquiler y prostitución).
  • 2) La igualdad en el empleo, la nueva economía y la transformación digital
  • 3) La corresponsabilidad en las tareas del cuidado resulta primordial, ya que la brecha de mayor impacto negativo en la vida de las mujeres es la brecha del cuidado que merman sus oportunidades laborales y sus carreras profesionales
  • 4) Consolidar la paridad en los espacios de responsabilidad.
Además, las políticas de igualdad del siglo XXI tienen que tener un enfoque multiseccional, mostrando las diversas realidades a las que se enfrentan los diferentes grupos de mujeres y hombres y atender las circunstancias que inciden junto al género en la desigualdad. Factores como la discapacidad, la edad, el nivel de educación, el país de nacimiento y el tipo de familia que, de manera clara, inciden en la igualdad de oportunidades y de vida.
 
 ¿Cómo valora el movimiento de mujeres con discapacidad y su labor en los últimos años?
 
Me gustaría hacer un reconocimiento a las mujeres con discapacidad que desde hace ya más de una década han creado redes muy importantes de activismo social como CERMI Mujeres o Luna Andalucía. Estas redes les han permitido reforzar su identidad y colocar sus problemas específicos en la agenda política y en la agenda de la discapacidad y no lo han tenido fácil. Mujeres que han levantado su voz, denunciando la violencia de género, los abusos, las esterilizaciones forzosas y reivindican, por ejemplo, su derecho a la maternidad y al empleo. Afortunadamente hoy contamos con muchas mujeres con discapacidad que han tenido la oportunidad de ir a la universidad y socializar en ambientes más igualitarios que están rompiendo mitos y estereotipos que hasta ahora las invisibilizaban  y desvalorizaban socialmente.
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